Construye algo. Lo necesitamos
La dolorosa diferencia entre hacer versus meta-hacer, y usar versus consumir
¿Tienes talento? Construye algo.
No, dedicarte a hacer consultorías, asesorías o capacitaciones no es a lo que me refiero con “construir algo”. Es ayudar a otros a construir sus propias cosas. Lo cual es valiosísimo y útil1. Pero no.
No, dedicarte a invertir en proyectos de otros tampoco es “construir algo”. Es, nuevamente, apoyar las construcciones de otros. También puede llegar a ser valioso y útil.
Pero yo me refiero a construir algo con tus propias manos.
Puedes decir, claro, que “construyes” un negocio. Yo diría que más bien un negocio se pone en marcha, especialmente si estás adoptando un modelo de negocio que ya existe. Así que no, tampoco me refiero a eso.
Construir algo tiene un sentido diferente.
Ese “algo” a lo que me refiero es tecnología. Un sistema. Es un mecanismo. Una herramienta. Una estructura. Algo que resuelve un problema directo.
Conozco mucho talento —gente brillante— que opta por convertirse en asesor, consultor, influencer. Se empiezan a distanciar de hacer y comienzan a meta-hacer: comentan, asesoran, analizan, financian, retransmiten el trabajo de otros. Se sientan en directorios, abren sus firmas, se dedican a las charlas, lanzan su medio online o su canal de YouTube.
Yo sé que es un montón de trabajo (lo sé porque lo hice durante una buena parte de mi carrera). No se hace de la noche a la mañana. No cualquiera lo puede hacer. Requiere tenacidad, visión y esfuerzo. Para unas cuantas personas2 incluso puede llegar a ser un buen negocio. Puede aportar mucho valor.
Yo sé.
Pero, nuevamente, vengo a invitarte a construir directamente tecnología nueva. Algo que no exista3, y que otros puedan usar. Estamos en una época donde lo que sea que tenga una etiqueta de precio se le llama “producto”. Pero pregúntate: eso a lo que le llamas tu producto, ¿es algo que tus clientes usan? ¿o meramente lo consumen?
¿Y por qué es tan importante la diferencia?
Porque las cosas que se usan, no las que se consumen, son las cosas que resuelven problemas. Usar algo necesariamente implica agencia: el usuario toma control del objeto para lograr fines tangibles y materiales. No puedes usar directamente una idea o un consejo.
Y también porque el meta-hacer siempre, siempre pierde ante el hacer a la hora de cambiar el mundo para mejor.
Capacitación
Sí, puedes ayudar a quienes usan cosas a usarlas mejor —por ejemplo, puedes entregar una capacitación en Salesforce—. Pero podrías también estar construyendo algo más fácil de usar (como un CRM más intuitivo), que ni siquiera requiera ayuda.
Uno de los impactos más inmediatos de la Inteligencia Artificial es que nos ayudará a crear tecnologías más inteligentes, y por ende más fáciles de usar. Productos que vienen con su propia capacitación incluida (piensa en Copilot de GitHub). La necesidad por capacitarse disminuirá cada vez más.
Educación no es lo mismo que capacitación, y si trabajas en algo relacionado con enseñar, debes tener muy claro de qué lado de la línea te estás parando. Educación es impartir conocimientos, valores y herramientas base, de fondo, que tienen un rango sumamente amplio de aplicaciones, empezando por cómo vivir aportando a la sociedad. Pero capacitarse no es más que ayudar a usar otra cosa.
La educación se usa directamente, la capacitación no. Y la capacitación siempre pierde ante un producto que no la requiere. Tal vez necesitaste un manual para usar tu primera computadora; definitivamente no lo necesitaste para usar tu primer smartphone.
Si te dedicas a capacitar en lugar de educar, entonces este mensaje es para ti.
Inversión
Sí, puedes invertir para que otros ganen acceso a usar cosas que hoy no pueden usar —cualquier tipo de inversión de capital permite, en definitiva, adquirir cosas o talento al cual no tenías acceso sin dicho capital—. Pero podrías estar construyendo cosas más baratas, o accesibles, que no requieran capital para poder usarse.
Por ejemplo, hace 20 años atrás cualquier startup de SaaS necesitaba varios millones de dólares de capital inicial solo para pagar su infraestructura de software que le permitiera operar. Hoy, gracias a herramientas que alguien construyó —como el concepto de cloud computing—, puedes lanzar tu aplicación en la nube totalmente gratis o a costos mínimos. Capital que antes era imprescindible para arrancar un SaaS hoy es superfluo.
Invertir puede ser un fantástico negocio, y la inversión como actividad económica puede agregar mucho valor social cuando permite que se construyan cosas valiosas. Pero el impacto social de tu inversión siempre será menor al impacto social de construir algo que permita que toda la economía requiera menos inversión.
Policymaking
Sí, puedes ayudar a generar políticas y opiniones sobre cómo se deberían hacer las cosas. Crear think-tanks y sugerirle a gobiernos o empresas la mejor manera de actuar. Generar reportes, encuestas e informes. Visibilizar problemas. Pero podrías también estar construyendo tu propia solución a estos problemas, y por ende aquello que encarna y hace realidad el consejo que quieres dar.
Podrías estar dando el ejemplo.
Las fuerzas del mercado y de la evolución hacen que ésta sea una manera mucho más efectiva de ejercer cambios. En lugar de gritarle a las empresas cómo deberían construir una cultura más diversa, construye tú una empresa que tenga dicha cultura diversa. En lugar de sugerirle a un gobierno cómo debería educar a sus nuevas generaciones, construye tú un modelo educativo que lo haga “como debería ser”.
Si estás en la razón, y tus políticas son superiores, entonces lo que construyas usando dichas políticas será superior también, y será imitado luego.
Décadas de enseñanza de buenos principios de diseño no lograron el efecto que logró Apple creando productos de diseño superior. El hecho que ahora los celulares Samsung y las computadoras HP sean bellos (antes eran horrendos) obedece exclusivamente a que Apple los puso contra la pared. Los principios de diseño (e incluso los ejemplos de Braun que inspiraron a Apple) ya existían hace décadas, pero sencillamente nadie tenía los incentivos para seguirlos hasta que Apple pateó el tablero.
No hay reporte, estudio o informe que sea más contundente que construir algo que funciona y que otros puedan imitar luego. Imitar algo que existe es más fácil que seguir consejos que nadie ha puesto aún en práctica.
Consultoría/asesoría
Sí, puedes ayudar a otros a que construyan mejor sus cosas. Pero si ya sabes cómo construir cosas, ¿por qué no construyes tú las tuyas?
Quienes buscan ayuda para construir sus cosas es porque, desde luego, les falta algo: la capacidad para construirlas.
Hay algunos casos, por supuesto, donde la organización que pide ayuda tiene la otra mitad del rompecabezas (por ejemplo, una base gigante de clientes, o de datos, una marca sólida, muchos recursos, o una plataforma a la cual puede conectar su producto). Pero muchas veces no. Y muchas veces aquello en lo que pretenden apoyarse para comenzar ni siquiera es tan valioso o imprescindible.
Es más: la mismísima destrucción creativa que traen las startups y las innovaciones tecnológicas se basa, precisamente, en que no siempre las ventajas de los incumbentes son tan sólidas como creían. Si las ventajas de los incumbentes fuesen insalvables, nunca habrían empresas nuevas generando innovación, y toda innovación saldría exclusivamente de los mismos dinosaurios de siempre4.
Asesorar a otros y darles ideas puede ser muy divertido —yo lo disfruto muchísimo—, y puede ser un buen negocio. Y sin duda ayudarás a otras personas. Pero es tiempo que podrías estar usando en construir algo tú.
Aquí, tal como en el caso de la capacitación, es necesario diferenciar la asesoría de la terapia. Una buena terapia —de manera similar a una buena educación—, entrega herramientas para lidiar de mejor manera con los problemas. Es decir, te entrega cosas que puedes usar: para reducir tu ansiedad, para poner límites, para lidiar con duelos, para ganar paz.
Construye cosas que se usan, no cosas que se consumen
Las cosas que se usan son las que resuelven problemas y las que generan cambios. Y las cosas que se usan son cosas que, a diferencia de un consejo o una idea, existen materialmente. Y para poder existir materialmente, deben construirse.
Y no hay escasez de problemas; de hecho, hay exceso de problemas en el mundo. Hay muchos más problemas que gente construyendo soluciones a dichos problemas —y ni hablar de los problemas nuevos que están apareciendo justamente debido a tecnologías mal gestionadas—.
Necesitamos más gente haciendo. Y, para bien o para mal, no necesitamos tanta gente meta-haciendo. Cada persona que meta-hace se pone a la sombra de quien, en última instancia, está haciendo algo real. Es una cosa menos siendo construida, y por ende un problema menos siendo solucionado.
En este punto debo hacer una advertencia. Es fácil también caer en la trampa de los meta-problemas: aquellos problemas que son indirectos, o tangenciales, al problema real. El problema de “no sé cómo usar mi CRM” es lateral al verdadero problema, que es el mantener una base de datos centralizada e inteligente de tus clientes para atenderlos mejor.
Los meta-problemas llevan a meta-hacer: construyes “soluciones” a problemas indirectos. Sí, podrías construir una metodología de capacitación que permita bajar el tiempo de onboarding a tus sistemas internos de 6 a 2 semanas. Pero podrías estar usando tu talento en construir un mejor sistema interno, donde el onboarding sea instantáneo, sin necesidad de capacitación.
Si no sabes por dónde empezar, empieza por construir las cosas que permitan a otros construir más rápido y más barato. Es decir, las cosas que requieren menos meta-hacer: las cosas que permiten construir sin tener que capacitarse o recibir inversión.
Experimentar también es construir
Muchos inventos útiles, como el horno microondas o los Post-its, fueron creados por accidente en el proceso de investigar o intentar construir algo. O incluso de meramente seguir una curiosidad.
Si tienes el impulso por investigar (entendido como investigación que sigue el método científico para obtener conocimiento nuevo) o experimentar, estás en la ruta de construir cosas nuevas. Puedes leer 100 libros sobre startups y no estarás más cerca de construir la tuya propia como sí lo hará meterte al garage5 y comenzar a jugar con cosas.
De hecho, investigar te acercará a construir cosas nuevas.
Replicar modelos existentes es eso: replicar. Construir, en la manera en la que quiero abordarlo aquí, es hacer algo diferente. Porque lo existente ya solucionó sus propios problemas, y lo que necesitamos es solucionar nuevos problemas. Investigar te permite descubrir eso que aún no ha sido descubierto.
Pero la investigación no puede ser teórica. Analizar casos de estudio y saberte la historia de punta a cabo te mantendrá en el meta-hacer. Estamos llenos de comentaristas deportivos de la innovación y el emprendimiento, que reportan sobre lo que otros hacen al borde de la cancha.
Investiga para crear. No investigues cómo otros hicieron las cosas; investiga cómo hacerlas tú. Inspírate, sí; pero no aspires a volverte una eminencia en el trabajo de otros.
No acumules conocimiento, acumula experiencia. Y sólo puedes ganar experiencia propia haciendo. En lugar de quedarte con la investigación de otros, genera la tuya propia. Sal de la biblioteca y ve al laboratorio.
Hay una herramienta muy útil, y sencilla, para dilucidar si estás solucionando un problema (y por ende, estás haciendo) o un meta-problema (y por ende, estás meta-haciendo). Se llama Jobs To Be Done (JTBD).
El Job To Be Done nunca es “tomar un curso” o “recibir una consultoría”: es hacer aquello para lo cual tomaste el curso o la consultoría. Nunca es “recibir inversión”: es construir aquello para lo cual pediste inversión.
Los JTBD son sencillos y directos porque obedecen a necesidades finales. Necesitas comer. Encontrar un trabajo. Terminar una presentación. Curar una enfermedad. Desarrollar una nueva fuente de energía. Los Jobs To Be Done siempre son resueltos con tecnología, es decir, con cosas que puedes usar.
En tu trabajo, o en tu carrera, ¿estás solucionando un Job To Be Done?
¿No?
Hay alguien que tiene un Job To Be Done que hacer, y que está esperando por una mejor manera de hacerlo. Y tal vez quien puede construir esa mejor manera eres tú. Pero tienes que escoger hacerlo.
Entiendo que hacer sentir bien a otras personas por vía de aconsejarlas, acompañarlas o distraerlas puede ser un fantástico negocio y una noble dedicación. Pero en un mundo lleno de desinformación, tribalismos, estrés, conflictos, ansiedades y una temperatura cada vez más alta, seguimos necesitando que el mundo funcione mejor, y no sólo sentirnos mejor respecto al mundo así como está.
Seguimos siendo muy poco productivos al trabajar. Seguimos malgastando tiempo y dinero. Seguimos dependiendo de fuentes de energía contaminantes. Seguimos entrando en conflictos violentos. Seguimos al debe con nuestra salud física, mental y emocional.
Mejorar el mundo en el que vivimos requiere más hacer y menos meta-hacer. Y no porque meta-hacer tenga nada de malo.
Es sólo que tenemos urgencia.
Cuando se hace bien.
No tantas como te gustaría creer, lamentablemente.
Vender productos de otros y ayudarlos a distribuirse también puede ser una noble misión y un fantástico negocio. Pero, nuevamente, no es a lo que me refiero.
A menos que una economía esté enferma. En una economía enferma, solo los gigantes tienen los recursos, el poder político y los accesos para innovar (y lo suelen hacer muy lentamente, porque nadie los desafía y no tienen incentivos a correr). Es, lamentablemente, lo que sucede en algunos países de Latinoamérica.
Físico o virtual, por supuesto. Hoy en día tu garage puede estar perfectamente formado por ChatGPT, Airtable, Zapier y Google Sheets.